domingo, 7 de abril de 2013

Semana Santa

Creo que ya es hora de compartir como viví mi Semana Santa. En la entrada anterior necesitaba agradecer todo lo que había recibido, pero no profundicé demasiado en lo que viví y sentí.
Sabía que iba a acordarme muchísimo de las Pascuas Jucar que se estaban viviendo en Madrid y en Vila-real. Y así fue, tuve muy presente a toda la gente, las actividades que hacemos y la forma de vivirlo en comunidad. Aun así, me hacía especial ilusión vivir una Semana Santa en Sudamérica, porque la entrega y devoción con que viven aquí la fe tiene un encanto especial.

Unos días antes de irme a Ecuador pensé en que no quería que fuesen unos días sin más. Quería que tuviesen ese toque de acercamiento y reflexión al que estoy acostumbrada en Pascua. Así que, con alguna ayudita, me hice un pequeño plan en el que reflejaba todas las actividades que se suelen hacer en las Pascuas Jucar, y en definitiva, lo que vivió Jesús en estos días. Mi meta era llevarlo a cabo a base de preguntas y reflexiones relacionadas con el momento concreto. Parecía muy abstracto y algo complicado, pero tenía ganas de hacerlo.



Jueves Santo lo tomé como un día de servicio y de disfrutar de la familia, del calor, de la acogida, de la mesa compartida. El jueves fue un día muy especial porque lo pasé compartiendo la mesa con gran parte de la familia de Andrés. Participé en la elaboración de la fanesca, un plato típico de Ecuador en Semana Santa, en poner y quitar la mesa, en la sobremesa… En todo lo que harías en tu familia.
Me ayudó mucho el contexto para vivir este día como había planeado.

Viernes Santo era un día difícil. No sabía lo que ibamos a hacer ni cómo iba a vivirlo. Y sin duda fue el mejor día de todos.
Mi mañana se basó en conocer Quito paseando en buena compañía. Daba igual donde dirigieras la mirada: todo me recordaba a Él, todo era devoción, fe… Había grupos de personas haciendo Via Crucis en la calle y en las iglesias. Mi meta para este día era descubrirle en mi camino, en cada paso que diera, y pensar en las personas que acompañaron a Jesús a su muerte, identificándolas en mi vida.

Lo que no me imaginaba es lo que iba a vivir por la tarde-noche. Cuando la tía de Andrew me propuso participar en la celebración del Via Crucis con su comunidad, fue un gran regalo inesperado… De noche, con las luces de Quito de fondo, y con una celebración muy parecida a lo que estoy acostumbrada. Gracias a ese momento me sentí muy cerquita de Él y de mi familia Jucar.

El sábado fue un día muy especial: preparación para algo nuevo, para renovarnos, reinventarnos. Fue un día en el que compartir sueños, deseos y planes de futuro con un buen amigo.
Por la noche cogía un bus hacia Guayaquil para reunirme con mis chicos. Obviamente no tuve una vigilia demasiado especial, pero sí tuve dos momentos en los que sentí que resucitaba en mí: el primero, cuando me despedí de mi amigo Andrés, cogí el bus y dejé atrás las luces de Quito con la luna en el cielo. Me acordé de unas buenas amigas que me dijeron antes de irme, que las estrellas que yo viera serían las mismas que las que vieran ellas. Era como compartir ese momento con ellas.
El segundo fue cuando me encontré con mis chicos en Guayaquil, sin tener la seguridad de hacerlo. La tranquilidad de no hacer todo el viaje sola y compartirlo con ellos.


En definitiva, ha sido una Semana Santa muy distinta a lo que estoy acostumbrada, pero a la vez muy pero que muy especial.


Gracias por las firmitas de las entradas anteriores. No sabéis lo que alegra leer un comentario, tener noticias de España, y sobre todo, saber que lo que comparto no queda aquí.


2 comentarios:

  1. Me alegra saber que la Semana Santa no ha pasado de largo en tu vida, siempre que queramos encontrarnos con El y le echamos ganas, siempre sale a nuestro paso. Creo que reflejas muy bien las ganas de conocer, de vivir, de experimentar, de compartir...de...de...de...todas esas cosas que estas haciendo allí, o lo estas intentando.
    Para los que lo leemos, nos da mucha alegría el saber que a miles de kilómetros has podido sentir y vivir lo mismo que nosotros, es como que por un momento hemos estado unidos en un mismo sentimiento, ACOMPAÑARLE.
    Esta experiencia seguro que te acompañara el resto de tu vida, al igual que el día a día que estas viviendo allí, asique no lo desaproveches!!!!
    Un abrazo.

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  2. Hola Marta
    Que tal todo?
    Por lo que parece resurgiendo, aprovechando todos los momentos.
    Sabes que me alegro por ti, es muy bonita la experiencia.
    Besitos

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