martes, 19 de marzo de 2013

Para alguien muy especial


Como él no hay nadie más. Es una persona única, una persona irremplazable en mi vida. Es fuerte, trabajador, luchador, alguien que no se rinde. Pero también es cariñoso, risueño, sensible...
Me ha enseñado casi todo lo que sé, me ha cuidado, mimado, me ha hecho crecer muy muy feliz. La mejor forma que tengo de definirlo, es que es un ejemplo para mí.

Gracias por todo papi.
Aunque sea desde la distancia, tenías que tener un regalito. ¡Feliz día del padre!

¡Te quiero mucho muchoooooo!



miércoles, 13 de marzo de 2013

Permitido dudar


Después de exactamente un mes en "el Perú", puedo decir que no solo es un país de contrastes, sino que también éstos han quedado reflejados en mis pensamientos y sentimientos. A la vez que podría decir que se me ha pasado rápido, también podría decir que en algunos momentos el tiempo no corría. A la vez que me he sentido agusto, acogida y arropada, también me he sentido perdida y sola. A la vez que he echado de menos mi vida habitual, ya he empezado a pensar en la pena que me dará volverme...
Son contrastes que han convivido conmigo durante este mes, y que creo que seguirán haciéndolo. Lo tomo como algo completamente positivo para aprender de ellos y aprovechar al máximo esta experiencia.
A veces es difícil vivirlo al 100% por los prejuicios, los avisos o advertencia de la gente... Me resultaba difícil al principio caminar por la calle sin más, sin preocuparme de lo que llevaba encima, de con quién me cruzaba o con quien iba. Montar sola en una "combi" era inconcebible los primeros días aquí. ¿Por qué? Barreras, miedos, prejuicios... llamadlo como queráis, el caso es que estaban ahí. Obviamente, no son tan fáciles de quitar, pero sí hay que saber/aprender a llevarlos y a lidiar con ellos. Por eso, está permitido dudar.



Algo que ya he comentado en alguna entrada, y sobre lo que volveré una y otra vez, es el tema de la fe. Es un contraste muy fuerte, y me sugiere un sentimiento muy bueno porque me acerca mucho a Nuestro Amigo. Quería compartir como, desde bien "chiquitos", están completamente sumergidos y expuestos a la oración. Os sitúo: aula de Educación Infantil de 5 años. Cada mañana se dedica un ratito para orar. Es lo primero que llamaría la atención de cualquier español, al menos de mi edad. Creo que nunca había rezado con nenes tan pequeños. En un primer momento, lo que más me gustaba era estar rodeada de ellos compartiendo algo tan especial, pero sin duda fue mucho mejor cuando descubrí su capacidad para implicarse en la oración:

- ¿Alguien quiere pedirle algo a Dios?
- Quiero pedir para que mi papá deje de tomar
- Yo quiero pedir por que tengamos comida

Quizá la falta de costumbre, quizá que subestimaba sus capacidades, o quizá que no llego a ser consciente del papel que tiene la fe en esta cultura en la que estoy inmersa, el caso es que no me hubiese esperado nunca esas respuestas.
Además de rezar al Padre, a la Virgen y al Ángel de la guarda, también utilizan la canción para orar. Como decimos muchas veces, cantar es rezar dos veces, no? Os dejo una de las canciones que cantamos en clase, y que de alguna forma, hace que me acerque más a Él viendo a los más pequeños cantarla (lo importante no es el video sino la letra).




Sin duda alguna, está siendo una experiencia que me está acercando mucho a Él. Hacía mucho que no sentía la NECESIDAD de asistir a una Eucaristía, y hoy ha sido ese día. La noticia del nuevo Papa y el cómo lo he vivido, la necesidad de "compartirlo" de algún modo con gente creyente, necesitar pedirle por personas que ya no están y por sus familias, el ambiente del día a día... son algunas de los motivos que me han hecho tener esa necesidad. Y no ha defraudado. 
Me quedo con una pregunta que ha lanzado el sacerdote el la homilía, y que no tiene desperdicio: "¿Qué quiere Dios de nosotros?" Haceros vuestra propia pregunta: ¿Qué quiere de esta experiencia que estoy viviendo? ¿Qué quiere de mi situación? ¿...?


jueves, 7 de marzo de 2013

Encuentro con los más pequeños y con los últimos


Por fin, después de unos días de contacto con esta tierra, ya tenía muchas ganas de tener ese contacto con los más peques.

El comienzo de curso y los primeros días en el cole han sido muy distintos a lo que esperaba. Quizá ese es el problema, que esperaba algo que no encontré. Pero, ¿por qué ir con una idea preconcebida? Estoy aprendiendo a cambiar eso. Es otro país, otra cultura, otras costumbres, otra gente… Hay que estar abierto a lo que venga.
La organización del centro, los ritmos de trabajo o la relación entre profesor y alumno son algunas de las cosas que más me han llamado la atención y a las que debo acostumbrarme. El poco contacto que he tenido con la educación aquí, ya me ha dejado  claro que la disciplina es un punto central en esta educación. Obviamente, creo que es necesaria pero siempre combinada con un ambiente cálido, y más teniendo en cuenta que es el inicio de curso.

Pero hasta el momento, me quedo con las tardes de martes y miércoles. ¿Por qué? Porque, del tiempo que llevo aquí, han sido los momentos en los que he sido más feliz, en los que no he dejado de sonreír. ¿Y qué hice para serlo? Compartir un rato con nenes que viven en uno de los barrios más desfavorecidos de Piura.

Los Polvorines es uno de los asentamientos humanos (como llaman aquí a estos barrios, ya que la gente ocupa un terreno completamente desierto donde construyen su hogar) que tienen la suerte de contar con una ludoteca en el barrio. Es un espacio reservado para que los más pequeños jueguen con libertad y sin preocupaciones. Pensad que en estos asentamientos por no haber, no hay ni calles, ni agua corriente, prácticamente no hay luz…. así que mucho menos, espacios para que los niños puedan jugar en la calle.







Allí nos fuimos. Nos llevaron dos de los encargados de la red de ludotecas, que a su vez, son dos de los monitores que se encargan de que estén en marcha. Al llegar, los niños nos recibieron rápidamente con un montón de preguntas, de abrazos y de sonrisas. La tarde se basó en jugar, jugar, jugar y aprender de los más pequeños. Es increíble lo que se pueden disfrutar y aprovechar dos horas, cuando haces lo que más te  gusta, acompañada de personas que te aportan algo especial desde el primer minuto.



Me encanta la labor que realizan monitores y voluntarios en estas ludotecas. Creo que voy a poder aprender muchísimo de estas personas que trabajan por y para los niños, y que son conscientes de la NECESIDAD que tienen de crecer jugando.
Cortos, pero intensos momentos que han conseguido engancharme y llenarme de Vida. Sí, Vida con mayúsculas porque es un sentimiento más allá de la alegría, la felicidad o el sentirme a gusto con lo que hago. Es todo eso, mezclado con otro ingrediente esencial: Él. Probablemente si no fuera creyente, también hubiese sido el momento más destacado de mi estancia aquí, pero añadiendo este ingrediente creo que el cuento cambia bastante. Fue un contacto directo con Nuestro Amigo, un paseo caminando de su mano: la gratuidad de los voluntarios, la calidez de la acogida, los abrazos, besos, palabras, miradas y sonrisas de los niños y mayores, conocer un pedacito de sus vidas… 






Inevitable sentirLe en el encuentro con los últimos.

Creo que voy a dedicar gran parte de mi tiempo aquí a este gran tesoro.

sábado, 2 de marzo de 2013

Gran, GRAN viaje

PIURA - IQUITOS 

Piura-Chiclayo-Tarapoto-Yurimaguas-Iquitos 
(2 autobuses + 1 taxi + 2/3 días en barco + vuelta)


Me resulta muy complicado resumir este viaje en una simple entrada de blog. Muchos días, experiencias y momentos destacables que me gustaría compartir y que aún no sé por donde empezar.


Creo que lo haré hablando de la gente que se ha cruzado en nuestro camino, y que sin duda si no es gracias a ellos, el viaje hubiese cambiado mucho (probablemente ni siquiera hubiésemos llegado a nuestro destino). 
Queríamos llegar a Iquitos para ver, navegar y pisar el Amazonas y la selva, pero al llegar a Yurimaguas nos dimos cuenta de que el dinero que llevábamos no era suficiente, y el tiempo con el que contábamos era muy justo: el billete del barco a Iquitos costaba bastante más de lo que creíamos, y además salía un día más tarde. Edgar, el chico con el que compartimos el taxi de Tarapoto a Yurimaguas, nos acompañó al barco para intentar negociar el precio de los "boletos", y nos animó a continuar. "Habéis llegado hasta aquí, debéis seguir, no podéis perder esta oportunidad". A pesar de que llevaba un año sin ver su tierra y a su familia, decidió sentarse y comer con nosotros para ayudarnos a tomar una decisión. Mientras comíamos hablábamos del dinero, pero sobre todo del tiempo: el barco no salía hasta el día siguiente y teníamos que hacer noche en Yurimaguas si decidíamos continuar. Edgar, el que era un completo desconocido para nosotros hasta el momento, no solo se sentó con nosotros dejando para más tarde la llegada a su casa, sino que nos prestó absolutamente TODA la ayuda que tenía en su mano: nos buscó sitio donde comer y donde alojarnos, y no solo eso, nos invitó. No podíamos creer lo que nos estaba pasando. A pesar de decirle una y otra vez que no tenía por qué hacerlo, insistía en que en España siempre le habían tratado muy bien, y quería devolver ese "favor". Su ayuda no quedó solo ahí. También nos dio el teléfono de su hermana, que vivía en Iquitos, por si queríamos alojarnos en su casa al llegar.
¿Cómo devolver esta tremenda ayuda prestada? Solo se me ocurren dos cosas: agradecerle con palabras y gestos su gratuidad, y aprender de esta experiencia y tomarlo como modelo para llevarlo a mi vida.


Probablemente coincida con mis compañeros en que Edgar es la persona que más nos ha marcado en este viaje. Pero no podría quedarme únicamente con él. Tanto en el barco como en Iquitos hemos conocido a mucha gente, hemos intercambiado experiencias, sonrisas, palabras amables, gestos...
Es inevitable que nombre también a mis compañeros. Hemos compartido risas, alguna que otra lagrimilla, experiencias vividas que nos ayudan a conocernos, consejos, apoyo... 
Me siento muy afortunada de haber conocido y compartido este viaje con toda esa gente.

Ha sido un viaje muy intenso, en el que ha habido tiempo para divertirnos, aburrirnos, jugar a las cartas, montar en autobuses que han atravesado ríos, entrar en un cumpleaños con mariachis, dormir en hamacas, navegar por el Amazonas, ver y coger tucanes, monos, osos perezosos, tortugas, anacondas, me ha dado tiempo a ponerme pachuchilla y a recibir muchos mimos y atenciones... 



Pero también destacaría la cantidad de tiempo que he invertido en pensar, reflexionar, recordar, valorar y escribir.
Quizá esto, los paisajes, las canciones, y los gestos y palabras de la gente de aquí, me han hecho estar muy cerca de Nuestro Amigo.





Sin duda me quedo con un momento que estaría en la lista de "cosas destacables del viaje" de cualquier creyente que lo hubiera vivido: el domingo pasado lo pasé navegando en el barco de camino a Iquitos. Por la mañana, después del desayuno, un grupo de haitianos que dormían a nuestro lado empezaron a cantar (no entendía lo que decían, ya que hablaban en francés). Dejé de mirarles y me paré a observarles, abrí los ojos y los oídos. Algunos de ellos tenían un libro entre las manos. Entonces entendí que estaban orando en comunidad. De repente, un chico peruano se sienta a su lado con una guitarra, y acompaña sus cantos con música. No pude levantarme de la hamaca, de esa “celebración” hasta que no acabaron. Sentir que compartía el mismo sentimiento que ellos, sin conocerles y sin ni siquiera hablar el mismo idioma fue algo muy especial. 
No pude evitar acordarme de mi segunda familia, ya que fue un momento de oración en comunidad.





En estas líneas probablemente no estén ni la mitad de los sentimientos y emociones que he vivido estos días, pero espero saber trasmitir una parte de ellos.




Demasiadas “casualidades” como para ser simplemente eso